miércoles, octubre 11, 2006

Ser poroso

Releía a Cortázar. Bueno, siempre se relee al abuelo de todas maneras. O de verdad se le trata de reentender.
El asunto es que volví sobre los pasos perdidos de un texto que estaba perdido en medio de un libro perdido, que hablaba de la necesidad de ser poroso a la realidad, es decir, de ser lo suficientemente honrado y maravillado e infantil y simple, como para que lo que te inunda, lo que te golpea cada mañana, tenga un suelo fértil en tu mente/alma/cuerpo, y que vayas por la vida redescubriendo cosas. Tal como el libro perdido con su texto perdido.

Entonces, cuando voy por estas calles santiaguinas, tratando de agarrar de vuelta un poco de mi provincianismo, sintiendo mariposas por andar contento, y las banderitas en las calles y Chile entero que es una gran y gigantesca parrilla, que me comienzo a descubrir en la dulzura.

Y ahí mismo me enredé en un viaje extraño de vuelta hacia casa, mientras el cielo amenaza con lluvia, sentí que tenía que hacer la apuesta, que de verdad ya basta de huevadas, que las jugadas debían ser directas, simples, cariñosas y, en especial, concientes.

Ese fue el primer viaje.

El segundo viene de la mano de lo poroso. Porque me di cuenta que, hasta ahora, no había sido conciente de mi transformación, en mi mutación lenta e inexorable: de ser un descreido, orgulloso, irónico y malnacido, me he puesto poroso.

Eso significa que las cosas llegan de otra manera, que se envuelven en ropajes, en vendas que hacen que la realidad no sea más que una momia triste que espera ser descubierta. No más enfrentamientos vanos con discusiones sobre lo que debería ser. Viva la vida tal cual.

Pero no es estar allí, sentado mirando como pasa el desfile, diciendo que bonitos los carros, oiga. Es simplemente cambiar la mirada y pensar que de verdad ya es tiempo para que tu mismo te hagas el carrito y adornes tu propia murga que baile a tu ritmo, a tu propio y personal ritmo.

Por eso lo de poroso, porque es un paso más hacia el amor, pero a través del conocimiento. "La sabiduría atenúa el amor, y da una nueva dimensión al odio", dijo Frank Herbert. Y tenía razón. Suena medio pedante, pero mientras más vives comienzas a amar de otra manera, menos intensa como cuando tienes 15, pero mejor en calidad.

El tercer viaje viene de la mano de una mujer de pelo rojo que me dio vuelta la bandeja y ya no hubo desayuno ni almuerzo tranquilo.

Me preguntó, simplemente si no le molestaba las preguntas, las ideas "transgresoras" y "sarcásticas" que emitió cuando conversamos una vez, al lado de un asado en lo de mis amigos Ron Esponja y Don Calamardo.

Dije que no, que de verdad ya no importa, porque me siento bien tal como estoy, poroso, buscando mi propia canción, sin arrastar a otros, evitando la trampa de juventud de andar con cara de culo simplemente porque es cool.

Y por otra parte porque mi neurosis me ha enseñado que no hay mañana, que en dos meses puede que ya no estemos acá, así que NO HAY TIEMPO, hay que hacerlo todo aquí y ahora.

Decía el Armstrong, el vocalista de Green Day que un adolescente cascarrabias puede ser cool, pero que un viejo cascarrabias es patético. Cierto. Muy cierto.

Por eso mismo me demoré en este post, porque tengo que arreglar la alacena, porque hay oportunidades que deben de aprovecharse, porque hoy lavé toda mi ropa y ordené mis cosas, vi "Leones de segunda mano" y lloré como un pendex, porque bajé el capítulo en que Lisa Hayes le declara su amor a Rick Hunter, porque he hecho hartas cosas. Y todo con una sonrisa.

¿Hay algo mejor que eso?

*Agradezco a todos los amigos que me han preguntado por el blog. Gracias de verdad. Saludos a mi hermano que fue padre y, por supuesto, todas las fotos de su servidor.