martes, junio 12, 2007

Roland y el Amadís en Birmania

Seguimos con la revisión de viejos textos. No por un afán melancólico, sino que son tan pequeños y específicos que no cabrían en ningún lado que no fuera este.

A ver si les gusta.


"A las siete y media debo estar en otro lado. Anoto en papeles que, tengo la seguridad, se perderán irremediablemente en algún lado, por ahí, tal vez en los bolsillos llenos de grietas y barrancas de mi abrigo, o en el reino de mi casaca, donde pequeños dragones y duendes, caballeros y doncellas se escudan en castillos construidos con mis notas, papeles y cartas, y usan armas de tinta y ríen y lloran y luchan entre ellos, entre reinos, de bolsillo en bolsillo, capturando la mayor cantidad de espacio, hasta que un ángel pasa y la casaca entra a la lavadora y mis manos sacan y sacan mis notas y mis casetes y mis lápices, mis alambres, piedras y fotos; y salen estos seres colgando de los restos de mis recuerdos y se instalan, como extraños, en los territorios indómitos de mi mesa, listos para organizar torneos y batallas por el control del nuevo espacio; pero allí aparecen los Birmanos, dueños de la selva, entre los bambúes, y los tigres de Bengala y los elefantes y los comandos ingleses que despedazan con sus machetes la tupida selva del sudeste para poder alcanzar el puente del río Kwai y echarlo abajo y huir y romper la monotonía de su guerra insulsa. Pero nada de esa aventura les dura a los intrusos. Porque necesito salir y sentir vivo mi abrigo y vuelven en un confuso torrente a los pliegues de la pesada tela de lana, para que cuando tenga frío meta mis manos en los bolsillos y sienta tu cara sobre el papel Agfa, número dos, semimate y pueda fabular con una sonrisa pensando en qué hidalgo estará luchando en mi billetera por tu nombre, tal vez Lancelot, o Roland, o incluso el Amadís, y derrame su sangre por ti contra el Caballero Negro, dueño de los desesperos y de mis noches sin dormir, y aun así lo haga en vano, porque eres de esa manera, sin el valor de reconocer las heridas que sufren los que tratan de no estar cautivos de ti, de tus ojos de laguna morada y de tus manos de niña, con tu presencia marcándolo todo, y jamás con la conciencia de saber (ni siquiera imaginar) cuántas batallas hemos de pasar hasta que sólo seas el fantasma de un sueño imposible, de un cuento de hadas. Silencio, pasa un ángel. Debo callar".
* Si, el polisíndeton es debido a mi crianza cortazariana. Hay buenas nuevas, así que el próximo post va a ser de esos duuuulces. Besos y abrazos a todos. No se olviden de entrar a mi otro blog, que me está empezando a gustar esto de los mensajes.

3 Comments:

Verónica said...

¿Y cuál es la dire del otro blog?

Hiro Nakamura said...

http://musicaquemehaceclick.blogspot.com/

Se agradece la visita

LA FULERITA said...

Los blogs son el como el frasco chico para decir cosas importantes
(el mío a veces trae también alguna que otra preciosura)